jueves

Reír

Por suerte no tengo humor. No el que se entiende como buen sentido humor, soy capaz de sonreír en tonterías aunque no me provoqué esa chispa de ilusión. O provocar otros tantos disparates que hagan llorar. Pero no reiría desde los pulmones ni de la incoherencia. 

He llegado a reír hasta asfixiarme por las situaciones de nervios o por el cúmulo de la incomprensión en alguna conversación [de besugos se suele llamar...también, en casi todos los casos, familiar]. 

Poder reír hasta que los pulmones se queden con falta de aire porque se está hiperventilando y acabar llorando en el suelo. Sí echo de menos esa sensación que alguna vez logré tener. Reír desquiciantemente. 

Hablaba con She-Hulk, por teléfono, cuando venía un ataque de risa por no entender si era merluza o pechuga lo que una gaviota comía. Paró la conversación porque recordó que no había nadie alrededor mía. 

En otras ocasiones, cuando he estado con otros familiares. Igual. Entiendo que se asusten, pero joder si también me atraganto comiendo no por ello me dejan sin comer [y porque les muerdo- con las recargas, comida y mimos, no se juega-]. 

Al final va estar bien no tener humor, fácil, y tenerlo de aquella manera.  

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