Un hueco en el tiempo previsto para despejar la mente. Esa bebida caliente que acepta variaciones.
Café a las 10.30 p.m. para recordar que mañana sigue tocando madrugar para contestar unos correos electrónicos casi olvidados; leer ese libro por el que no hay tiempo; mandar una carta de contestación; buscar ideas de bombero; esperar respuestas casi inexistentes; reír fuerte hasta que no haya voz; olvidar que el rumbo se perdió.
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