Me rodeo de tinta. Los bolígrafos siempre están a mano, no quiero perder la idea
aunque muchas veces se va tras una suave inclinación como si reconociera mi
existencia y se asustara. No sé parlar, puedo al igual que escribir, pero no
entiendo cómo es tan sencillo comunicar.
A
donde voy llevo pluma y espada, ninguna es más fuerte que la otra solo tiene
diferente uso. Ambas dan sentido, construyen argumentos y acompañan en el
camino dando forma o desfigurando a otro concepto. Una brújula en su conjunto.
Tinta
y más tinta hecha garabatos en una servilla, en un ticket de la compra o de
cine, en una agenda olvidada o simplemente encriptados en la pared. Los
garabatos descansan a la vez que dan un respiro para poder aclararme.
Cada
paso que doy vienen más pensamientos que exponer, algunos con miedo y otros con
burla. No se cansan de buscar llamar la
atención para ser escritos y así tener vida. La calma no es posible, la
concentración por seguir un orden… no es fácil. Hay veces en las que no sé muy
bien como plasmar. Otras en las que me niego.
Hay
breves momentos en los que no hay visitas. Abruma tanto silencio y he llegado a
pensar que me he perdido.
Me
rodeo de tinta impresa y de tinta escrita. Y está bien.
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