No tengo casa. Es de la princesa o la de la bruja. Tuvieron casi una década para mudar. No han querido. Me niego ha llamar morada a un lugar que no puedo entrar ni menos salir a conveniencia propia.
En estos días le has costado mi estancia en un hotel. Y mi confirmación: cumplo con lo último que me comprometieron (a mi pesar & rogando por no tener que hacerlo). Cuando termine, buscaré mi guarida sin dirección fija para no darla.
Las consecuencias que nos van a estallar son casi un suicidio. ¿Una pena ser provida?
No hay comentarios:
Publicar un comentario