Llovió en Barcelona, también.
Tuvieron que repetir las pruebas que estaban haciendo [no daban cosquillas precisamente, por poco termino siendo Pikachu con tanto calambre], por no tener bien regulada la máquina; descubrí que se puede dibujar mal un reloj, y no tiene que ver mi don para las artes plásticas.
Sorpresa: ¡Volvieron a intentar convertirme en colador! Parecen vampiros con la obsesión que tienen por la sangre.
Yendo para allá una vieja nerviosa [no tendrá más de cincuenta y tantos, pero no veo otras palabras] me montó un follón en el vagón por tener `parálisis´ terminando su discurso con un "¿Por qué te ponen ahí?", no es agradable que sentencien. Recuerda las limitaciones que llegaron antes de tiempo. Me bloquee y una mujer se ofreció a cambiarle el sitio, lo rechazó.
A la vuelta tuve suerte, ya el viaje lo había hecho en otras ocasiones con algunos pasajeros.
Vi a Tercero. Cenamos en un mexicano. Le dije que la idea del exoesqueleto que habíamos hablado ya la van viendo con buenos ojos Los Reales.
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