Sí comentamos anécdotas o chistes.
Deje de entrar en conversaciones vacías que solo son soliloquios de fantasmas.
Cuando empieza el monólogo que se tiene preparado por las frustraciones de querer aprobación, recuerdo que en el teatro los espectadores no tienen líneas y por lo general no se espera su participación en la obra. De esta manera, soy guardia de las confesiones sin más.
Deje de preguntar fuera de lo convencional, sabiendo que la reunión se desarrolla queriendo dirigir las palabras a alguien sordo, o simplemente valía con pronunciarlas. Quieren desahogo y confirmación, me niego a dar esto último y tampoco preguntan por motivo. En cambio, vuelven a narrar la trama, ésta vez, confusa por la desesperación de darles favor ahora, ya que indudablemente no he entendido bien su verdad.
Soy guardia de confesiones que no pedí, y realmente me dan igual.